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La La Land

Para no perder la costumbre de llegar tarde a los sitios (dicen que es síntoma de inteligencia), aquí llego yo, a los años mil, para contaros qué me ha parecido La La Land (tres semanas después de verla).

¿Que lo podía haber hecho antes? Pues sí, pero tengo una agenda muy ocupada y no tuve tiempo. Eso, y que no me acordaba.

¿Que por qué lo hago ahora? Porque aunque sea tarde, Ryan Gosling se merece todo mi amor. Porque sus nominaciones en los Óscar lo pedían. Y porque me he acordado.

Lo peor que puede pasar en el mundo es que tus compañeros de piso vean la película cuatro días antes que tú. Porque si pasa eso, prepárate a vivir los cuatro días más largos de tu vida.

Que tú los ves llegar del cine y se te pasa por la cabeza preguntar "¿qué tal la peli?". Y ellos, que son muy expresivos, contestan "buuuua". Creo que vieron en mi cara que buscaba más respuestas, y muy acertadamente siguieron explicando "uuuuufff".

Lo último que recuerdo es pasar todo el día escuchando 'Another day of sun' (era la única que les dejé poner mientras yo estuviera presente) y un constante "es que yo no sé a qué esperas para verla".

Y por fin llegó el domingo. Me senté en mi butaca pensando "me han puesto las expectativas tan altas que no me va a parecer tan buena". Tampoco sería la primera vez que eso pasa.

Y tenía razón. No me pareció tan buena, me pareció todavía mejor.

Después de un cuarto de hora de anuncios, que no trailers (Bankia incluido), empieza. Pues no habrán dado guerra con la canción que ya hasta me la sé.

Y entonces pasa. Pierdes la noción del tiempo con unos maravillosos Ryan Gosling y Emma Stone, colores, vestidos y bailes que cada uno supera al anterior.

Te empiezas a plantear dar clases de piano y apuntarte a baile. Y te das cuenta de que tus vestidos no tienen el suficiente vuelo para ser tan perfectos como los de Emma Stone en cada uno de sus movimientos (y que además, tú no eres ella).

Y sigue la película mientras se te pone sonrisa de boba con un perfecto Ryan, das pequeñas palmaditas de alegría, piensas "uy, si esa escena me suena" y te preguntas si costarán mucho unos zapatos de claqué.

Pero de repente pasa algo. Ese algo que hace que parezca que todo se va a la mierda para nuestros protagonistas. Pero tú estás convencida de que todo acabará bien, porque así son los musicales.

Y puede que sea eso lo que hace que esta película sea especial para mí. Esa torta final de realidad que te pega. Ese no todo es blanco o negro y no siempre se gana.

Pero Damien Chazelle no quiere que te vayas con mal sabor de boca y hace algo tan simple, pero a la vez tan bonito, que consigue que digas que esa película merece la pena. Basta con una mirada de Sebastian y Mia en la que sin decir nada, dicen que todo está bien.

Sin duda La La Land tiene constantes referencias a musicales y mi querida Sara Preciado, fanática donde las haya de ellos, ha recogido la mayoría en este vídeo, que os dejo por si alguien todavía no lo ha visto.

Hoy el #Dramaia es de mi madre, que no consigue que mi padre la lleve a verla.

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